Lo primero es comprar unos boquerones fresquitos, los limpiáis. En esa tarea siempre colabora mi peque-ayudanta a la que le chifla
tocar pescado. Le saco la cabeza y los abro con cuidado con el dedo mismo, saco tripas y espina y queda el pescadito abierto, entonces ella lo pasa por agua con cuidado para cuidar la carne y lo pone a escurrir.
Una vez los tenemos limpios, los congelamos. Prefiero congelarlos por el tema del consabido Anisakis. Como sabréis, este parásito está en vísceras e intestinos del pescado vivo, al morir se va a los músculos y allí se queda. Tanto el vinagre como si utilizamos ahumado no lo mata, sí que lo eliminamos cocinando o congelando.
Bueno, pues cuando tengáis previsto prepararlos, se sacan y se dejan descongelar en la nevera con una rejilla para que suelten el agua.
INGREDIENTES:
Boquerón
Vinagre suave (no Módena)
Aceite de oliva
Sal
Ajo
Perejil
Un poquito de pimentón rojo dulce (opcional)
PREPARACION:
Cogéis una bandeja en la que quepan bien, por capas si hace falta, salamos un poco y los cubrimos con vinagre. Los dejamos de 6 a 8 horas.
Escurrimos bien el vinagre y los vamos poniendo nuevamente por capas en el recipiente donde los vamos a guardar. Sobre cada capa hay que echar: una pizquita de sal, ajo cortadito, un poco de perejil bien picado y un buen chorro de aceite de oliva. Opcional espolvorear en cada capa pimentón rojo dulce. Así hasta tener colocados todos los boquerones, hay que dejarlos prácticamente cubiertos en aceite.
Se conservan un día en la nevera antes de tomarlos y cuando los queráis servir los sacáis un par de horitas antes para servirlos a temperatura ambiente. Si no se acaban, pues otra vez al frigorífico. También los podéis servir enrollando una aceituna y pinchados con un palillo.
El aceite que queda, yo no lo tiro, nos gusta para aliñar la ensalada y que quede ese gustito tan rico.
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